PLATÓN

Platón: oleo de Paolo Veronese 1560. Biblioteca Nazionale Marciana. Venecia

Los intereses de Platón fueron fundamentalmente dos: por una parte, los relacionados con la política y la constitución de la sociedad. Por otra, por cuestiones metafísicas y gnoseológicas.

En lo relativo a la política, ya en los fragmentos de la carta VII que Platón envía a sus amigos pitagóricos de Siracusa, deja claro que la principal motivación que le había movido en la vida era la política. Sin embargo, muestra la gran desazón que le producía observar la corrupción de los políticos, que, según Platón, se debe a la separación entre ética y política sobre la que teorizaron los sofistas. Propone una re-etización de la política como única vía para la consecución de una sociedad JUSTA.

Platón pretende con su filosofía ir más allá de la teoría, es decir, trata de poner en práctica su idea de Estado Ideal. Con este objetivo escribe La República, (o de la Justicia), en donde apoyándose en su Teoría de las Ideas, del conocimiento y del alma, plantea cómo DEBERÍA ser la polis ideal. En La República critica las constituciones políticas existentes:

a) Timocracia: régimen político en el que el poder es sustentado por los perseguidores de honores y prestigio.
b) Oligarquía: el poder está en manos de los ricos.
c) Democracia: gobierno de la mayoría que sólo busca dar rienda suelta a su libertinaje.
d) Tiranía: gobierno sin ley que recopila los defectos de todos los anteriores.

Según Platón, de cada uno de estos regímenes se pasa irremediablemente al siguiente, por este orden: timocracia- oligarquía- democracia- tiranía. Y es que cada régimen concreto produce unas condiciones objetivas que favorecen el advenimiento del siguiente.
El egoísmo y la ignorancia han hecho fracasar las constituciones existentes hasta entonces. Por esa razón ve Platón la necesidad de una reforma total de la sociedad.

La respuesta de Platón a la primera de sus inquietudes, cómo debería ser una sociedad justa, será la propuesta de una sociedad inspirada en la naturaleza humana y el alma. Ésta última está formada por tres partes: racional, irascible y apetitiva. Entre el alma y las partes del Estado encuentra Platón una analogía estructural. Así la armonía supone que las tres partes del alma y sus correspondientes virtudes ocupen el espacio que deben ocupar, sin que exista abuso de una virtud sobre otra. De la misma manera, la justicia es la armonía del Estado, y éste deberá estar formado, según Platón, por tres clases sociales: artesanos y labradores; guardianes y gobernantes filósofos. Cada clase responderá al principio de especialización funcional, es decir, cada persona ocupará un puesto determinado en función de la parte del alma que predomine en ella. Aquellos en quienes la parte racional sea la predominante serán los gobernantes-filósofos y la virtud que les caracteriza es la prudencia o la sabiduría. Aquellos otros en los que la parte irascible del alma sea la que domine a las demás serán los guardianes o guerreros que defienden a la sociedad, y la virtud que les caracteriza es la del valor y la fortaleza. Finalmente, aquellos en los que la parte apetitiva predomine serán los artesanos, labradores… y su virtud propia será la templanza, esto es, el control de las pasiones innobles.

En cuanto a la clase de los productores: labradores, artesanos y comerciantes, producirán todo tipo de bienes. Podrán manejar dinero y vivir placenteramente, pero también deberán cubrir las necesidades básicas de los guardianes y gobernantes. En cuanto a la de los guerreros: su misión será la de defender la polis de los ataques externos y velar por el orden interno. Vivirán en campamentos en régimen comunitario. No existirán núcleos familiares, pese a estar integrada esta clase por hombres y mujeres. Los hijos de los guerreros serán hijos de todos y cuidados en guarderías. Los filósofos-gobernantes serán célibes y no poseerán bienes propios. Su misión será la de gobernar el Estado, y recibirán una enseñanza rigurosa que culminará con el aprendizaje del arte dialéctica.

La educación es el pilar básico del Estado platónico, todos los ciudadanos, incluidas las mujeres, recibirán educación elemental obligatoria (gimnasia y música = arte y poesía, estas dos disciplinas fortalecen y disciplinan el cuerpo y atemperan el alma). Dependiendo de las capacidades que manifieste cada individuo ocupará su puesto en alguna de las tres clases, el origen familiar del niño no tiene importancia, y sí lo tiene la valía personal que demuestre. Los niños mejor capacitados seguirán un estricto programa de estudios en el que se incluyen las matemáticas (importantes para la estrategia militar) y la dialéctica, a la que accederán los más capacitados de entre esta segunda tanda de niños.  

Si la finalidad del Estado ideal es la consecución de la justicia y el bien de toda la comunidad, será lógico suponer que los más capacitados para ejercer el gobierno serán aquellas personas que realmente hayan contemplado las ideas de Bien y Justicia. Pero, según Platón, la mayor parte de los mortales vive en el mundo de las apariencias y confunde el Bien con "su" bien particular. El egoísmo y la ignorancia son los mayores enemigos de la polis. Por eso propone que sean los filósofos convenientemente educados en el arte dialéctica los que detenten el gobierno del Estado, porque al conocer la verdadera realidad, es decir, el mundo de las Ideas, y de entre ellas la Idea suprema, la de BIEN, no buscarán su bien particular, sino el bien de todos. Sólo así reinará la justicia y habrá paz y armonía en la polis.

La educación que recibirá el filósofo, nos conduce a considerar la concepción metafísica y gnoseológica de Platón. El filósofo gobernante debe conocer la auténtica realidad, pero ¿cuál es? El dualismo metafísico platónico distingue dos mundos diferenciados: el mundo sensible y el mundo inteligible. Las cosas no son lo que parecen, para conocerlas debemos captar su verdadero ser, éste es, según Platón, la IDEA o FORMA). CONOCER ES CAPTAR LAS IDEAS. Pero en el mundo sensible: el mundo que descubrimos a través de nuestros sentidos, no encontramos materializadas tales ideas, por lo tanto, esas ideas deben existir en otro mundo distinto del sensible. A ese otro mundo en donde existen las ideas lo llamó Platón mundo inteligible. A éste último lo consideró como el realmente real o verdadero, mientras que el mundo sensible era solamente aparente.

El mundo de las ideas tiene para Platón los caracteres del ser parmenídeo: fijo, inmutable, eterno y verdadero, y en él se encuentran jerarquizadas las ideas. Existen ideas morales y estéticas: la idea de Justicia, Bien, Belleza; de verdades matemáticas, y, por ultimo, los arquetipos o modelos de todas las cosas existentes en el mundo sensible: la idea de "hombre", "caballo", "árbol", etc...
El mundo sensible tiene para Platón los caracteres de la physis heraclítea: está en continuo devenir o cambio, sujeto a la generación y la corrupción, y su ser es aparente, no verdadero (lo único verdadero y real son las ideas). El mundo sensible es imperfecto porque el Demiurgo ordenó la materia caótica siguiendo el modelo de las ideas eternas y perfectas, sin embargo, la imperfección de la materia impide la perfección del mundo sensible.

Pero ¿Qué relación existe entre ambos? Según Platón, el mundo sensible PARTICIPA o IMITA del o al mundo de las ideas. Se dice que el mundo sensible depende ontológica y gnoseológicamente del de las ideas. Ontológicamente porque el mundo sensible es como una copia imperfecta del mundo inteligible, y sin el modelo que son las ideas no podría existir el mundo sensible. Y gnoseológicamente porque si nuestra alma (que es la que conoce) no estuviera en contacto con las ideas, no podríamos re-conocer las cosas del mundo sensible como lo que realmente son para Platón: copias imperfectas de las ideas. Podemos conocer el mundo de las ideas porque nuestra alma es inmortal y ha estado en contacto con las ideas antes de su encarnación. Así, conocer es reconocer (teoría de la reminiscencia), y podemos acceder a ese "reconocimiento" por dos vías: la erótica y la dialéctica.

En el Mito de la caverna (Libro VII de La República), Platón explica el estado del alma en relación a cada conocimiento valiéndose de la siguiente comparación:  Los hombres son como unos prisioneros encadenados en el interior oscuro de una caverna (representa el mundo sensible), lo único que conocen del mundo son las sombras que se proyectan en la pared de la misma y piensan que estas sombras son realidades, cuando únicamente son "opiniones". Pero si se atreven a salir de la caverna, es decir, de la ignorancia o de la mera opinión, descubrirán que las sombras que se reflejaban en la pared no eran más que apariencias de la verdadera realidad, las Ideas, representada por el exterior de la caverna. Ahora bien, no todos los hombres se atreven a salir de la ignorancia del mundo sensible, sólo los filósofos lo hacen. La salida del filósofo de la caverna representa el ascenso dialéctico, y supone la superación y comprensión de los distintos niveles de la realidad y el conocimiento, que también están jerarquizados. A cada uno de los niveles de la realidad le corresponde un tipo peculiar de conocimiento: imaginación, creencia, conocimiento dianoético y conocimiento noético. Pero el filósofo no puede quedarse contemplando las ideas, debe emprender el camino de descenso (dialéctico) a la caverna y aplicar allí lo aprendido respecto a la verdad. Y al conocer la verdadera realidad, los filósofos son los más capacitados para gobernar la polis, de acuerdo con las ideas de Justicia y Bien.

Ya al final de su vida, desanimado por toda la serie de inconvenientes que presentaba la realización de su utopía política, Platón elabora su último diálogo: las Leyes, mucho más realista y práctico. En éste ya no pretende poner el poder en las manos de unos cuantos elegidos, sino que propone limitar la fuerza del gobierno por medio de una legislación general, orientándola y determinándola.

La influencia de Platón, no sólo en filosofía, sino en toda la concepción del mundo de occidente es enorme. Whitehead, llegó a afirmar que "toda la filosofía a lo largo de la historia no es sino una serie de notas a pie de página de las obras de Platón". Lo cierto es que la mayoría de los problemas que los filósofos han tratado a lo largo de la historia, ya fueron considerados por Platón, y por la cultura griega en general.