TOMÁS DE AQUINO (1225-1274)

Tentación de Santo Tomás de Aquino fue pintado por Velázquez en 1632 y se conserva en el Museo Diocesano de Orihuela

La vida y la obra de Tomás de Aquino se inscribe en el momento del florecimiento de la Europa medieval, siendo Francia el país de mayor estabilidad política y desarrollo cultural. Los particularismos tienden a desaparecer y se realizan grandes esfuerzos de síntesis y de unidad, tanto a nivel político como a nivel filosófico.

Tomás de Aquino nació en Roccasecca en el año 1225.  Ingresó en la Orden dominica. Posteriormente fue enviado a París, donde permaneció hasta 1248, estudiando bajo la dirección de Alberto Magno. Ejerció como profesor en Colonia, Santiago y en la Corte Pontificia, Nápoles y París, la universidad más importante de la época. A pesar de las turbulencias que agitaban por aquellos años la Universidad de París, su enseñanza y su actividad de escritor fueron de una extraordinaria fecundidad. La Monarquía (De Regno) pudo ser escrita según algunos estudiosos entre el 1265-1267 en Italia, y según otros entre 1271-1273. En esta época conoce, entre otros personajes ilustres, a Guillermo de Moerbeke, el famoso helenista traductor de las obras de Aristóteles, quien puso a su disposición varias de sus traducciones. Entre dichas traducciones se encontraban algunas que estaban prohibidas en la época y que Tomás comentará, junto con otras obras de Aristóteles como la Física y la Metafísica o la Ética a Nicómaco.  Redactando la Suma teológica, que quedó inconclusa, experimentó una crisis mística. Murió en 1274, cuando se dirigía, por orden del Papa Gregorio X, a tomar parte en el Concilio de Lyon, en el que se pretendía reunir de nuevo bajo las riendas del papa romano a los griegos, que se habían escindido en un cisma.

 En cuanto al clima político en el que se inscribe la vida de Aquino, comienzan a formarse los Estados de la Europa moderna. Francia goza de una gran pujanza y prestigio. En España la Reconquista hace notables avances, y Aragón comienza sus conquistas en el Mediterráneo. El papado intenta tomar el relevo del Imperio en la dirección política de Occidente. Toda la filosofía medieval europea se vio profundamente marcada por las luchas que libraron el Papado y el Imperio, los dos grandes poderes en liza que se repartían el control de los restos desmembrados del Sacro Imperio Romano. Es más, se ha dicho que, en el fondo, a partir del siglo X, la polémica relativa a las relaciones entre la fe y la razón no era más que la cara filosófico-teológica del debate político entre los defensores del poder papal y los que abogaban por el emperador. Así, quienes sostenían que la filosofía se imponía sobre la fe, en el fondo lo que defendían era que el poder del emperador superaba al del papa, y quienes argüían que la filosofía era una sierva de la teología eran los que políticamente pensaban que el poder del papa se imponía sobre el del emperador.

Pese a que en vida de Tomás de Aquino (1225 - 1274) las guerras entre estos dos poderes no tenían la virulencia que en épocas anteriores, todavía coleaba la cuestión. El conflicto más fuerte estalló cuando el papa Gregorio IX excomulgó al emperador Federico II Hohenstaufen porque éste se negaba a comenzar una Cruzada que había prometido sufragar y dirigir. Así las cosas, en la obra de Tomás late el propósito de ofrecer la imagen de una armonía posible entre la filosofía y la religión que se traduce en un entendimiento entre el poder del Papa y el poder del Emperador.

El hecho cultural más destacado es la fundación de las Universidades, que surgen a partir de una evolución natural de las escuelas catedralicias. Cada Universidad es, en realidad, una federación de «escuelas», agrupadas en cuatro «facultades» (artes -o estudios iniciales, teología, derecho y medicina) Tal es la organización de la Universidad de París, la más famosa de todas, centro indiscutible de la enseñanza de la teología, y en la que ejerció como profesor Tomás de Aquino en medio de numerosas polémicas provocadas tanto por los ataques contra y entre las órdenes religiosas, como por las controversias suscitadas por los averroístas latinos, quienes, encabezados por Siger de Brabante, habían copado la facultad de Artes (filosofía).

El segundo hecho importante es la recepción de las traducciones de los filósofos griegos, árabes y judíos, que ya había comenzado en el siglo XII) Estaban llegando a Europa las primeras ediciones de la Física y la Metafísica de Aristóteles que se habían conservado merced a la tradición árabe y que habían pasado a Occidente gracias, sobre todo, a la Escuela de Traductores de Toledo. Estas obras llegaban acompañadas de los comentarios bastante fieles del filósofo árabe Averroes. El éxito de estos escritos fue inmediato entre los estudiantes universitarios (hasta entonces, Aristóteles era conocido tan sólo por la lógica). Sin embargo, las autoridades religiosas no veían, en un principio, con muy buenos ojos estas nuevas corrientes; el recelo se convirtió en hostilidad y se prohibieron todas sus obras. El resultado fue una importante revuelta estudiantil. Ante esta situación el dominico, Alberto Magno, desde el terreno de las ciencias de la naturaleza, intentó convertir a Aristóteles en un filósofo cristiano, pero fue su discípulo Tomás de Aquino el que logró realizar una tarea de cristianización del Estagirita sirviéndose de las traducciones de Guillermo de Moerbeke

Tercero, la fundación de las órdenes mendicantes: dominicos y franciscanos que pronto se convertirán en los más famosos maestros del siglo XIII, ocupando las principales cátedras de las Universidades, pese a la oposición de los maestros seculares (no religiosos)

En cuanto a la problemática filosófica de este momento se centra, como hemos dicho, en torno a la asimilación dominica del aristotelismo (Alberto Magno y Tomás de Aquino, de un lado, y los averroístas de otro) o la vuelta a San Agustín de los franciscanos (Buenaventura) La escuela de Oxford reúne a un grupo de franciscanos, que se orienta hacia la investigación de la naturaleza (Roberto Grosseteste, Roger Bacon). La lógica, aun aceptando la herencia aristotélica, se irá orientando en una nueva dirección de carácter nominalista: el estudio de las propiedades de los términos.