Ser Humano: antropología filosófica
1. INTRODUCCION
2. NATURALEZA: EL PUESTO DEL SER HUMANO EN EL COSMOS
2.1. EL SER HUMANO COMO CREACIÓN O RECREACIÓN DIVINAS
2.2. EL SER HUMANO COMO RESULTADO DE LA EVOLUCIÓN
2.2.1. FASES EVOLUTIVAS DE LA ESPECIE HUMANA
3. CULTURA: LA DIFERENCIA: EL SER QUE SE INTERROGA
3.1. ANIMAL RACIONAL, LINGÜÍSTICO Y POLÍTICO
3.2. ANIMAL CULTURAL
3.3. NATURALEZA Y CULTURA
4. EL SER HUMANO COMO INDIVIDUALIDAD
4.1. LA EXISTENCIA
4.2. LA LIBERTAD
4.3. LA HISTORIA
4.4. EL SENTIDO DE LA VIDA
4.5. LA MUERTE

1.introducciÓn

Hablar del ser humano es una cuestión compleja, dado el triple abordaje del tema. Por una parte, como especie, compartimos una naturaleza animal. Como seres gregarios compartimos y nos diferenciamos por una identidad cultural que distingue unos grupos humanos de otros. Y finalmente cada uno de nosotros tiene una existencia individual no exenta de problemas, dudas y retos.  Así, podemos afirmar que:

• El ser humano como especie se pregunta ¿De dónde venimos? Se tratará en el punto 2.
• El ser humano como miembro de un grupo cultural se pregunta ¿Quiénes somos? Se tratará en el punto 3.
• Y el ser humano como individuo se pregunta ¿A dónde voy? Se tratará en el punto 4.

El ser humano intenta comprenderse a sí mismo buscando las diferencias respecto al resto de los animales (considerados inferiores) y respecto a los dioses (supuestos seres superiores). De este modo ya Homero se refirió a los dioses como "felices e inmortales", mientras que respecto a los hombres lo hizo diciendo: "Como las hojas de los árboles (que caen en otoño), así las generaciones de los seres humanos". Si los dioses son felices es porque son inmortales y todopoderosos, nada pueden temer. En cambio, los seres humanos somos mortales y nuestro poder es limitado, tememos el dolor y a la muerte.

La comparación con otros animales la podemos ver ya en los antiguos horóscopos caldeos, en las fábulas en las que los animales aparecen como ejemplos de ciertos caracteres humanos (la zorra es astuta, el león poderoso, la hormiga laboriosa, etc.) y nos enseñan a no cometer sus mismos errores o a imitar sus virtudes.

La razón de esta comparación es la conciencia que tiene el ser humano de su diferencia respecto a los animales, que parecen vivir sin grandes complicaciones, siguiendo las pautas de comportamiento instintivas marcadas por sus características biológicas, lo cual hace que se ajusten al medio de modo natural. En cambio, el ser humano tiene que inventar su conducta y su ajustamiento utilizando su única arma, que como diría mi padre, "falla más que una escopeta de caña": la razón, a través de la cual, la mayor parte de las veces, adapta el medio a sus propias condiciones vitales.

«A los animales les basta vivir. Porque su existencia se desliza armoniosamente con las necesidades atávicas. Y al pájaro le basta con algunas semillitas o gusanos, un árbol donde construir su nido, grandes espacios para volar; y su vida transcurre desde su nacimiento hasta su muerte en un venturoso ritmo que no es desgarrado jamás ni por la desesperación metafísica ni por la locura. Mientras que el hombre, al levantarse sobre las dos patas traseras y al convertir en un hacha la primera piedra filosa, instituyó las bases de su grandeza, pero también los orígenes de su angustia; porque con sus manos y con los instrumentos hechos con sus manos iba a erigir esa construcción tan potente y extraña que se llama cultura e iba a iniciar así su gran desgarramiento, ya que habrá dejado de ser un simple animal, pero no habrá llegado a ser el dios que el espíritu le sugiera. Será ese ser dual y desgraciado que se mueve y vive entre la tierra de los animales y el cielo de sus dioses, que habrá perdido el paraíso terrenal de su inocencia y no habrá ganado el paraíso celeste de su redención. Ese ser dolorido y enfermo del espíritu que se preguntará, por primera vez, el porqué de su existencia. Y así las manos, y luego el hacha, aquel fuego, y luego la ciencia y la técnica habrán ido cavando cada día más el abismo que lo separa de su raza originaria y de su felicidad zoológica" E. SÁBATO: Sobre héroes y tumbas. Seix Barral, 1984, pp. 519-520.

 

2. NATURALEZA: EL PUESTO DEL SER HUMANO EN EL COSMOS

Como especie, nos preguntamos de dónde venimos y cuál es el lugar que ocupamos en el universo. Para responder a esa pregunta el ser humano ha tenido que suponer cómo era el cosmos mismo.

A lo largo de la historia podemos distinguir dos grandes concepciones sobre el origen de nuestra especie: el creacionismo y las teorías evolucionistas.

 

 

2.1. CREACIONISMO: EL SER HUMANO COMO CREACIÓN DIVINA

Según esta concepción todos los seres naturales han sido creados por un dios, según la religión judeocristiana y otras; u "organizado" por un ser divino como el Demiurgo, como sostiene Platón en su diálogo del Teeteto. En ambos casos dicha creación o recreación ha sido realizada siguiendo modelos ideales pertenecientes al mundo de las ideas- en el caso de Platón- o a la mente divina -en el caso del judeocristianismo- En ambas concepciones el ser humano ha sido considerado el ser más perfecto de dicha recreación o creación, por haber sido concebido a imagen y semejanza de Dios, o por haber sido distinguido del resto de los seres vivos por su razón y la capacidad de hablar.

Para ilustrar lo anteriormente dicho, leamos dos textos: un fragmento del Génesis, y otro del Protágoras de Platón:

«Y dijo Dios: "Bullan las aguas con un bullir de vivientes, y vuelen pájaros sobre la tierra frente a la bóveda del cielo' Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que bullen serpeando en las aguas según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo: 'Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra' Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.
Y dijo Dios: "Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies' Y así fue. E hizo Dios las fieras de la tierra según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles del suelo según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: "Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles". Y creó Dios al ser humano a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo Dios: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los vivientes que reptan sobre la tierra'» Génesis 1,20-28.

 

«Era el tiempo en que había ya dioses, pero aún no existían las razas mortales. Cuando también a éstas les llegó la hora marcada por el destino, los dioses las modelaron en el interior de la tierra con una mezcla formada de tierra y fuego y de las cosas que se pueden fundir con el fuego y la tierra. Llegado el momento de sacarlas a la luz, los dioses ordenaron a Prometeo y Epimeteo que distribuyesen entre todas ellas las cualidades que pudieran convenirles. Epimeteo pidió a Prometeo que le dejase cuidar de la distribución. 'Cuando la tenga hecha", le dijo, "tú la inspeccionarás" Concedido el permiso, Epimeteo se puso a la tarea. Atribuyó a unos la fuerza sin la velocidad; a los más débiles les dotó de ligereza; a algunos les concedió armas defensivas y, para los desprovistos de éstas, ideó otras cualidades que asegurasen su salvación A los que revestía de pequeñez les concedió la huida alada o la vivienda subterránea. A los que mejoró en tamaño, con esto mismo les puso a salvo. Y así, en general, mantenía equilibrado el reparto: con su inventiva cuidó de que ninguna especie desapareciera. [...] Luego que las hubo abastecido suficientemente contra la destrucción recíproca, se ocupó de defenderlas contra las intemperies procedentes de Zeus, revistiéndolas de pelos apretados y pieles espesas, adecuadas para protegerse del frío y resistentes también al calor; y para dormir, les dotó de camas naturales apropia- das a cada una de ellas. Calzó a unas con cascos, a otras con cueros espesos y sin sangre. A continuación, procuró a unas un tipo de alimento, y a otras, otro: a unas, las hierbas de la tierra; a otras, los frutos de los árboles; a otras, las raíces. A algunos animales les asignó como alimento la carne de otros. A unos les dotó de escasa fecundidad, y a sus víctimas, de una fecundidad extraordinaria, facilitándoles así la salvación de la especie. Pero Epimeteo, que no era lo bastante sabio, había ya consumido todas las facultades en favor de los irracionales, y aún le quedaba sin dotar a la especie humana, por lo que no sabía qué hacer con ésta.
Cuando se encontraba en esta dificultad se presentó Prometeo, que venía a realizar su inspección. Vio a todas las especies convenientemente equipadas, pero al ser humano, desnudo, descalzo, sin lecho, inerme. Y ya estaba allí el día marcado por el destino en el que el ser humano iba a salir a la luz desde el seno de la tierra. Prometeo, ante aquella dificultad, para procurar al ser humano alguna salvación, robó a Hefesto y Atenea la sabiduría técnica y el fuego (pues sin el fuego era imposible la adquisición de aquella habilidad y su uso) y se los regaló al ser humano. Así entró éste en posesión de la sabiduría útil a la vida. Pero le faltaba la política, pues ésta estaba junto a Zeus. Prometeo no tenía tiempo de llegar a la acrópolis en la que se encuentra la morada de Zeus, y, además, a las puertas de ésta había centinelas terribles. Pero penetró a escondidas en el taller en que Atenea y Hefesto ejercen con amor su arte, de modo que les robó la técnica de la fragua, que pertenece a Hefesto, y las otras que pertenecen a Atenea, y se las entregó al ser humano, el cual pudo así disponer de recursos para la vida, en tanto que Prometeo, por culpa de Epimeteo, era, según se dice, acusado de robo.

Puesto que el ser humano participa de lo divino, se distinguió ante todo por su culto a los dioses, empezó a construir altares e imágenes divinas; enseguida adquirió el arte de articular sonidos y palabras e inventó la habitación y el vestido, el calzado y la cama, y los alimentos sacados de la tierra. En un principio, los humanos así equipados vivían dispersos; no había ciudades. Eran destruidos por los animales salvajes, siempre más fuertes que ellos; y su artesanía les bastaba para alimentarse, pero era insuficiente en la lucha contra las fieras, ya que faltaba al ser humano la técnica política, de la cual es parte el arte de la guerra. Buscaron, pues, reunirse y salvarse mediante la construcción de ciudades; pero, una vez reunidos, se agraviaban mutuamente, al no poseer la técnica política, de modo que se dispersaron de nuevo y eran otra vez destruidos. Entonces Zeus, temiendo que nuestra especie desapareciera del todo, envió a Hermes para que llevase a los seres humanos el respeto y la justicia, a fin del que en las ciudades hubiese armonía y los lazos propiciadores de amistad. Hermes preguntó a Zeus de qué manera debía dar a los humanos el pudor y la justicia. "¿Debo distribuirlos como las distintas técnicas? Pues éstas han sido repartidas así: un solo médico basta para muchas personas particulares, y lo mismo en el caso de otros artesanos. ¿Establezco también así la justicia y el pudor entre los seres humanos, o los reparto entre todos?" "Entre todos", dijo Zeus, "para que todos participen en ellos, pues las ciudades no podrían subsistir si sólo unos pocos participasen, como es el caso cuando se trata de otras artes; además, establecerás en mi nombre una ley: todo ser humano incapaz de participar en el pudor y la justicia será condenado a muerte, como una plaga contra la ciudad.» PLATÓN: Protágoras, 320d-322d

Ambos textos coinciden en afirmar que el puesto del ser humano en el cosmos se sitúa en lo más alto de la jerarquía de los seres naturales, a caballo entre los animales y los dioses. En el Renacimiento Pico de la Mirándola propone, en cambio, una concepción en la que se unen el mito de Prometeo y el relato bíblico de la creación, junto con la teoría platónica de las ideas como modelos de los que se sirve el Demiurgo Éste no es un dios creador, sino un ser divino que le da forma a la materia caótica usando las ideas como modelos. Tanto la materia caótica como el mundo de las ideas no han sido creados, sino que existen desde siempre. Veamos el texto de Pico.

«No llegaba a convencerme todo eso que se aduce por muchos sobre la excelencia de la naturaleza humana, a saber, que el ser humano es el intermediario de las criaturas, emparentado con las superiores rey de las inferiores, por la perspicacia de sus sentidos, por  la penetración inquisitiva de su razón, por la luz de su inteligencia, intérprete de la naturaleza, cruce de la eternidad estable con el tiempo fluyente (lo que dicen los persas) cópula del mundo y como su himeneo, un poco inferior a los ángeles, en palabras de David.

 Acabado ya todo, no quedaba en los modelos ejemplares es una nueva raza que forjar, ni en las arcas más tesoros como herencia que legar al nuevo hijo, ni en los escaños del orbe entero sitial donde asentarse el contemplador del universo. Ya estaba todo lleno, todo distribuido por sus órdenes sumos, medios e ínfimos.  Decretó al fin el supremo Artesano que, ya que no podía darse nada propio, fuera común lo que en propiedad a cada cual podía darse. Así pues, hizo del ser humano la hechura de una forma indefinida, colocado en el centro del mundo, le habló de esta manera: "No te dimos ningún puesto fijo, ni una faz propia, ni un oficio peculiar, ¡oh Adán!, para que el puesto, la imagen y los empleos que desees para ti, ésos los tengas y poseas por tu propia decisiónY elección. Para los demás, una naturaleza contraída dentro de ciertas leyes que le hemos prescrito. Tú, no sometido a cauces algunos angostos, te la definirás según tu arbitrio al que te entregué. Te coloqué en el centro del mundo, para que volvieras más cómodamente la vista a tu alrededor y miraras todo lo que hay en ese mundo. Ni celeste ni terrestre te hicimos, ni mortal ni inmortal, para que tú mismo, como modelador y escultor de ti mismo, más a tu gusto y honra, te forjes la forma que prefieras de ti. Podrás degenerar a lo inferior, con los brutos; podrás realzarte a la par de las cosas divinas, por tu misma decisión. Lo que cada cual cultivare, aquello florecerá y dará su fruto dentro de él. Si lo vegetal, se hará planta; si lo sensual, se embrutecerá; si lo racional, se convertirá en un viviente celestial; si lo intelectual, en un ángel y en un hijo de Dios»Oración sobre la dignidad del ser humano. 104-106.


El texto de Pico de la Mirandola pone de relieve la dificultad que el hombre tiene para situarse en el cosmos al carecer de naturaleza fija. Eso hace que lo distintivo de lo humano sea la libertad entendida aquí como la capacidad de inventar su propia naturaleza, a caballo entre lo meramente animal y lo divino. Parafraseando a Baudelaire, sólo un dios seria sublime sin interrupción, en cambio el ser humano es un ser que, cegado por lo sublime, continuamente lo interrumpe por aspiración a ser divino. La dignidad del ser humano no estriba en ser divino, sino en su conciencia de ser humano, demasiado humano.

Según el creacionismo fijista, las especies, desde su creación, han permanecido inmutables, sin haber sufrido evolución alguna. Preformismo y epigenetismo son dos concepciones de corte creacionista que tratan de explicar el crecimiento de los individuos de las diversas especies: la primera, afirma que lo único que se desarrolla es el tamaño (transformación cualitativa); la segunda, sostiene que, aunque la forma cambia, lo hace según un plan genético (transformación cualitativa)

Según Agustín de Hipona, Dios no había creado todas las especies vivas en seis días, sino que había otorgado a la naturaleza el poder de producir vida en diferentes momentos. Así, Dios, en el momento de la creación, habría depositado en las especies unas "semillas" -rationes seminales- que no solo manifiestan la capacidad de cambio y desarrollo de las cosas creadas, sino que además tienen el poder de generar otras especies en diferentes momentos posteriores al de la creación.

Las razones seminales son los "gérmenes activos" de las cosas; son invisibles y se activan si las circunstancias son las adecuadas. Esta teoría es una manera de explicar la creación tal como se relata en el Génesis, donde, por una parte, Dios no creó todas las cosas a la vez, sino a lo largo del tiempo y, por otro, las cosas creadas no son como muñecos terminados y hechos para siempre, sino que siguen haciéndose porque Dios les ha otorgado el poder de engendrar cosas nuevas y desplegar sus capacidades. Tal como se dice en el Géneis: «Dijo Dios: "Produzca la tierra seres vivientes según su género".»

Aquí dejamos una "cosmogonía alternativa"

 

2.2. EVOLUCIONISMO: EL SER HUMANO COMO RESULTADO DE LA EVOLUCIÓN

Supone una imagen del cosmos en continua transformación, al contrario que el creacionismo. Reconoce que la vida procede de la materia inanimada, la cual, a través de una serie de transformaciones, mutaciones, selección natural, etc. ha dado lugar a la diversidad de especies existentes, siendo el ser humano el ser más complejo y evolucionado.

En la actualidad el mismo ser humano es un factor determinante en la evolución desaparición y creación de especies debido a sus experimentos genéticos, al desarrollo tecnocientífico y a las necesidades propias de las sociedades industrializadas que tanta influencia tienen en la transformación y destrucción de los, diversos ecosistemas (deterioro de la capa de ozono, tala salvaje de bosques, contaminación atmosférica y oceánica, todo ello con fatales consecuencias, cismáticas y medioambientales. Se puede decir que el papel que el ser humano juega dentro de la evolución en la actualidad es como el de un dios niño que hace y deshace sin demasiada conciencia del resultado final de su actividad.

Las diversas concepciones creacionistas o recreacionistas hacían del ser humano el centro de la creación. La teoría de la evolución lo sitúa no en el espacio, sino en el tiempo, siendo el producto final de la misma, cuyo principal artífice no es la mente de un dios, sino el caprichoso azar.

 

 

2.2.1. FASES EVOLUTIVAS DE LA ESPECIE HUMANA

Llamamos antropogénesis al origen del ser humano en la Tierra. Podemos dividirla en dos procesos simultáneos y complementarios: hominización y humanización. La hominización es el proceso de evolución biológica del ser humano y la humanización es el proceso de su evolución social y cultural.

Las fases de la evolución humana están sujetas a cambios y discusiones no solo porque se hacen nuevos descubrimientos, sino porque los fósiles encontrados son muy fragmentarios y se prestan a diferentes hipótesis.

 

 

 

 

3. La cultura: LA DIFERENCIA: EL SER QUE SE INTERROGA

3.1. ANIMAL RACIONAL, LINGÜÍSTICO Y POLÍTICO

Del fotógrafo tailandes Sasin Tipchai Platón defendió que lo propio del ser humano es su capacidad racional, que le hacía capaz de conocimiento verdadero. Aristóteles profundizó en la concepción platónica. Veamos dos de sus textos:

«Se admite que hay tres cosas por las que los seres humanos se hacen buenos y virtuosos, y esas tres cosas son la naturaleza, el hábito y la razón. [...] Los otros animales viven primordialmente por acción de la naturaleza, si bien algunos, en un grado muy pequeño, son también llevados por los hábitos; el ser humano, en cambio, vive también por acción de la razón, ya que es el único entre los animales que posee razón. De manera que en él estas tres cosas deben guardar armonía recíproca entre sí. Los seres humanos, en efecto, obran con frecuencia de manera contraria a los hábitos que han adquirido y a su naturaleza a causa de su razón, si están convencidos de que algún otro camino de acción les es preferible"» Aristóteles: Política, VII, 12, 1332 b.

Aristóteles da otra definición del ser humano, la de "animal político":

«Es evidente que la ciudad-Estado es una cosa natural y que el ser humano es por naturaleza un animal político o social [...] Y la razón por la que el ser humano es un animal político en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es algo evidente. La naturaleza, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el ser humano es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena, y placer, y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso y agradable y de poder significar esto los unos a los otros-: pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo, y, por consiguiente, también lo justo lo injusto, ya que es particular propiedad del ser humano, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-Estado» Aristóteles: Política, I, 1, 1253 a.

 

3.2. ANIMAL CULTURAL

El ser humano es capaz de transformar el medio a través de su actividad ¿racional?

¿Cómo se sabe que restos de esqueletos encontrados en un antiguo yacimiento son restos humanos? Uno de Ios criterios es el hallazgo de utensilios cuya fabricación se les pueda atribuir con seguridad. Para la paleontología, el ser humano es "el animal que fabrica instrumentos": hay animales que pueden usar como instrumentos piedras o palos, pero sólo el animal humano los fabrica. El ser humano es, pues, el Homo faber. La expresión fue difundida por el filósofo francés Henri Bergson, aunque ya mucho antes Benjamin Franklin (1790) había definido al ser humano como a tool makíng animal. Bergson la utiliza en el contexto de la teoría de la evolución:

«Creemos que a la esencia del ser humano pertenece el crear material' y moralmente, el fabricar cosas y fabricarse a sí mismo. Homo faber, tal es definición que proponemos. El Homo sapiens ha nacido de la reflexión del homo faber sobre lo que fabricaba" H. BERGSON, El pensamiento y el movimiento, París, 1934, pp. 91-92.

"Si pudiéramos despojarnos de todo orgullo, si para definir nuestra especie nos atuviéramos estrictamente a lo que la historia y la prehistoria nos enseñado como la característica constante del ser humano y de la inteligencia, no diríamos quizá Homo sapiens, sino Homo faber. En definitiva, la inteligencia, mirada en lo que parece ser su característica más original, es la facultad de fabricar objetos artificiales, en particular instrumentos para hacer instrumentos, y variar infinitamente la fabricación» H. BERGSON La evolución creadora, 1907, p. 140.

El ser humano ya no se define sólo en función del pensamiento y la racionalidad, sino en función de la acción. Para transformar el mundo el ser humano posee dos instrumentos naturales: la mano y la inteligencia. Y esto es lo sorprendente. El animal carece sólo de la primera, no de la segunda. La mano es la diferencia. Gracias a ella pudo fabricar instrumentos artificiales como prolongación de la mano misma, y de este modo desarrolló más su inteligencia, de tal modo que llegó a construir instrumentos para fabricar instrumentos, y así indefinidamente.

 

3.3. NATURALEZA Y CULTURA.

La racionalidad y la cultura son las dos notas que distinguen lo específicamente humano. Si los animales guían su conducta a través de sus instintos (innatos), el ser humano aprende a comportarse (conducta adquirida). La cultura es la información transmitida por aprendizaje social. Llamamos meme a la unidad mínima de información cultural (como denominamos "gen" a la unidad mínima de información genética). Como ejemplos de memes podemos considerar a las tonadas, ideas, formas de vestir, de construir algo, etc.

La naturaleza dotó al ser humano de la razón (su único instrumento de supervivencia). La cultura: su capacidad para aprender y transmitir lo aprendido, ha posibilitado la evolución humana en el sentido que hoy la conocemos.

La naturaleza humana es universal, tal como demuestran las investigaciones genéticas. También es universal la cultura: cualquier grupo humano la tiene. Sin embargo, evidentemente, no todas las culturas son iguales, aunque en la actualidad, en virtud del desarrollo de las comunicaciones y la creciente globalización de la economía, se aprecia un proceso de convergencia entre ellas (no sabemos con qué resultados).

Respecto a la cultura podemos preguntarnos:
¿Es el nivel de desarrollo tecnológico el criterio para saber si una cultura es superior a otra?
¿Puede ser una cultura superior a otra?
¿Es ético que una cultura se imponga a otra?
¿Somos los seres humanos unos bestias, es decir unos bestias sofisticados?
¿Qué hay detrás del barniz cultural del ser humano?

Ante la diversidad cultural son posibles básicamente tres posiciones: etnocentrismo, relativismo cultural y diálogo cultural:
• El ETNOCENTRISMO sostiene que nuestras pautas culturales son las mejores y superiores a las de otras culturas, que serían inhumanas, repugnantes o salvajes.
• El RELATIVISMO CULTURAL defiende que toda pauta cultural es, intrínsecamente, tan digna como las demás y solo puede ser entendida desde dentro de su propia cultura.
• El DIÁLOGO CULTURAL reconoce la peculiaridad de cada cultura, pero considera que es posible encontrar puntos de encuentro y establecer algunas normas comunes entre todas ellas. Actualmente se considera que las normas comunes que todas las culturas deben respetar para hacer posibles el diálogo y la convivencia son los derechos humanos universales.

El etnocentrismo puede degenerar en actitudes como el racismo, el imperialismo o el supremacismo. A su vez, el relativismo cultural puede degenerar en pasividad ante prácticas aberrantes e injusticias flagrantes propias de algunas culturas. Conviene, pues, recordar que, si bien todas las culturas son valiosas, no lo son todos los rasgos culturales. Por ejemplo, la esclavitud infantil y la mutilación genital femenina son rasgos culturales ante los que no debemos permanecer indiferentes.

 

4. EL SER HUMANO COMO INDIVIDUALIDAD o DE LO MÍO ¿QUÉ?

Una vez que hemos hecho un acercamiento al origen natural de la especie humana, intentando responder a la pregunta de dónde venimos y, posteriormente, tratar la cuestión de nuestra identidad cultural que platea la cuestión de quienes somos, terminaremos abordando la cuestión de nuestra existencia individual, que creo que es la que nos genera mayor inquietud y perplejidad, y que guarda relación con esa profunda y humorística pregunta: "¿A dónde vas con esos pelos?", seriamente formulada ¿A dónde vamos? Para señalar algunas opciones nos centraremos en conceptos como la existencia y su sentido, la libertad, el sentido de la historia, la muerte…  

 

4.1. LA EXISTENCIA

Cuando decimos "existo" ¿qué queremos decir? Existir, como vimos en el tema de metafísica, es la actividad propia de lo ente. Sin embargo, el existir propio del ser humano puede entenderse como una hipotética esencia universal que compartimos todos los entes humanos o como la actividad y modo de un ente humano individual. Es la vieja discusión entre esencia o existencia, cual de ellas es primigenia:

La distinción entre esencia y existencia se debe a Avicena. Posteriormente Tomás de Aquino en el siglo XIII la emplea para distinguir los seres contingentesàlas criaturas, y el ser necesarioà Dios. En efecto, según el aquinate, Dios es el ser necesario, es el único ser en el que la esencia se identifica con la existencia, su esencia consiste en existir.

Siguiendo a Aquino, Dios crea los entes a partir de las ideas eternas. Somos la realización concreta del concepto de ser humano que tiene Dios. A partir de la Edad Moderna, el concepto de Dios va siendo cuestionado por los filósofos, sin embargo, la idea de que LA ESENCIA PRECEDE A LA EXISTENCIA sigue vigente; y se sigue pensando que existe la naturaleza humana, cada ser humano es un ejemplo concreto de la esencia humana.

Si negamos la existencia de Dios llevandola contraria a los pensadores cristianos, deberemos asumir que tampoco existe una esencia previa a la existencia del ser humano, porque nuestra existencia no ha sido planificada por la mente divina siguiendo un modelo ideal, una esencia. La consecuencia de la negación de la existencia de Dios trae como consecuencia inmediata la negación de que exista una "naturaleza humana" (=esencia humana), una idea a priori de ser humano. No existe la naturaleza humana, porque no hay Dios que la haya diseñado. Entonces debemos concluir que "la existencia precede a la esencia". Esto tiene como consecuencia que debemos asumir que somos libres y responsables de nuestra existencia, y que ésta es el resultado de nuestras decisiones tal como defenderían existencialistas como Sartre:
"El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo." Sartre: El existencialismo es humanismo.

Así las cosas, podemos decir que son esencialistas las posiciones que afirman que nacemos con una naturaleza o esencia previa que define lo que somos, lo que podemos y debemos ser y el significado y sentido de nuestras vidas; y existencialistas aquellas otras posiciones que afirman que, como individuos que somos, nos definimos a través de nuestros actos libres, de los que somos responsables lo que son, y pueden y deben ser, así como el significado, el valor y el sentido de sus vidas.

Sartre, existencialista niega la existencia de una naturaleza humana, pero a la vez afirma la existencia de lo que él llama "CONDICIÓN HUMANA" que es el marco de acción que limita nuestra conducta, que nos conecta al resto de los seres humanos y nos permite comprendernos:
a) Estamos arrojados en el mundo;
b) Tenemos que trabajar;
C. Vivimos con los demás y…
d) Somos mortales.

 

4.2. LA LIBERTAD

Ser libre significa fundamentalmente que tenemos la capacidad para elegir entre varias opciones.

Es cierto que la libertad personal está condicionada por factores como la biología, la sociedad, la educación, la economía, la política, la cultura... Hay quienes piensan incluso que la libertad no existe realmente, sino que nuestra conducta está determinada por una serie de causas que desconocemos en su totalidad. A esta posición se la conoce como "determinismo". Aún así, estamos obligados a ser libres: a veces las circunstancias nos obligan a hacer cosas que no queremos, y, sin embargo, las hacemos, porque, de lo contrario, nos buscaríamos un mal mayor. Puede que nuestras opciones no sean muy halagüeñas, y en nuestro interior sentimos frustración, indignación, etc. Cuando nos sentimos así seguimos siendo libres, porque podrán obligarnos a hacer cosas, pero jamás nadie podrá obligarnos a no sentir como sentimos o a pensar como pensamos: decía Manuel Azaña: "La libertad no hace a los hombres más felices; los hace simplemente hombres"

La libertad puede ser entendida, simplificando bastante, en dos sentidos:

a) libertad negativa o "libertad de": es el derecho a actuar en la vida privada sin interferencias ajenas y poder tomar nuestras propias decisiones: libertad de pensamiento, libertad religiosa, libertad de expresión...

b) libertad positiva o "libertad para": es el derecho que tenemos a intervenir en las decisiones que nos afectan: en un estado democrático a los ciudadanos se les supone esta capacidad, participando en debates políticos, mediante el sufragio, mediante acciones de protesta, etc...

Para que podamos hablar de verdadera libertad será necesario que la libertad interior pueda desarrollarse en el mundo externo. Y esto no es tan sencillo. Primero habría que preguntarse si realmente en nuestro interior somos autónomos, si lo que pensamos es fruto de nuestra actividad mental o estamos determinados por las convenciones sociales, si somos capaces de hacer frente a las situaciones problemáticas que se nos plantean sin renunciar a nuestras más íntimas convicciones, y eso a veces nos exige ser "héroes" incomprendidos. A este respecto, recordemos la rebeldía que le costó la vida a Tomás Moro en el siglo XVI cuando se negó a dejar a un lado sus convicciones religiosas frente a la presión del rey Enrique VIII. Esta muestra de libertad le costó la vida a Moro: fue decapitado en la Torre de Londres. Para éste los valores de la libertad y lo que él consideraba la "verdad" y la "dignidad", tenían más peso que su propia vida. Para algunos será un héroe, para otros un loco…

 

4.3. LA HISTORIA

Nuestra existencia individual se despliega en el tiempo, en una época determinada de la historia. De ahí que como individuos seamos hijos del pasado y tengamos la capacidad de proyectar nuestro futuro. Ortega y Gasset afirmaba que: "El hombre no tiene naturaleza, sino historia". Somos lo que hacemos.

Respecto al sentido de la historia, en la que estamos ineludiblemente inscritos, podemos distinguir dos interpretaciones:

 • Historia como progreso constante: Los ilustrados pusieron de moda esta visión luminosa y optimista. Consideraban que la historia es un avance constante en sentido técnico, moral, político, etc.  hacia un futuro mejor, una vida más perfecta. Puede que avalen esta visión optimista y lineal de la historia la extensión de la democracia, los derechos humanos, la abolición de la esclavitud, la mejora del nivel de vida, la difusión de la educación…

 • Historia como incertidumbre: la historia, sea lineal o cíclica, es una sucesión de altibajos y no necesariamente tiene un sentido progresivo. El futuro de nuestras sociedades es imprevisible. Como argumentos para ilustrar esta concepción se esgrimen la destrucción ecológica, el armamentismo, las guerras, las desigualdades económicas…

 

4.4. EL SENTIDO DE LA VIDA

La pregunta por el sentido de la vida, tiene, en principio, dos posibles respuestas: la vida tiene sentido o no lo tiene, obviamente. Es una pregunta que nos hemos hecho muchas veces, sobre todo cuando las cosas no "funcionan" como a nosotros nos gustaría porque nuestro deseo de control es proverbial. En estos casos lo mejor es parar, respirar hondo y vivir el presente tal como se muestra a nuestros sentidos dormidos. Pero si aún así, no logramos ubicarnos, llegaremos a una cuestión límite (en la que no debemos ahondar sin la supervisión de una persona adulta equilibrada ;-) La pregunta clave: Ser o no ser, esa es la cuestión.

Ahora bien, la pregunta por el sentido de la vida supone, en última instancia, la pregunta por el sentido de la muerte, del dolor, del mal… Cuando vivimos plenamente, sin graves problemas y nuestros deseos parecen realizarse fluidamente, no se nos ocurre preguntar nada, gozamos de la vida y la festejamos.

Sentido trascendente: Todas las religiones han intentado contestar a esta pregunta, y, en general, responden que vivimos porque un ser o seres trascendentes (Dios o Dioses) así lo han querido. Es/son su/sus voluntad/des y nosotros debemos afrontar nuestra existencia como un camino hacia la perfección, tal camino viene marcado por una serie de normas o modelos ideales de conducta que tendrán como premio “otra vida” más allá de la muerte, del dolor y del mal. En definitiva, en esta vida nos preparamos para ser “divinos”, eternamente, para vivir el "sueño-despertar de los justos". Desde esta posición, el sentido de la vida es trascendente (está más allá de la vida mortal misma)

Sentido inmanente: También podemos encontrar explicaciones al sentido de la vida inmanentes, es decir, explicaciones que renuncian a lo trascendente, e intentan encontrar el sentido en la vida misma. En esta línea, destacamos posiciones como el evolucionismo, el vitalismo o el marxismo que sostienen que la vida humana es producto de la evolución y tiene como fin la complejidad creciente de los organismos (evolucionismo) alcanzar la plenitud vital (vitalismo- Nietzsche) o la justicia social (marxismo). Son los sentidos: natural, vital-individual y social respectivamente.

Existe, sin embargo, un tercer punto de vista sobre el sentido: la vida no tiene sentido en sí misma, es absurda. De esta opinión es el existencialismo de SARTRE y Camus, por ejemplo. Y no es de extrañar que después de los desastres de la II Guerra Mundial, los filósofos fueran incapaces de encontrar el sentido de una vida humana encaminada al horror y al desastre posibilitados por armas de destrucción masiva, a la opresión de unos hombres sobre otros. Decía Sartre "El hombre es una pasión inútil". Pero no todo está perdido. En su conferencia "El existencialismo es un humanismo" de 1945, Sartre sostiene que es responsabilidad de cada uno de nosotros dar sentido a nuestra existencia. La vida es lo que decidimos hacer con ella. De cada uno depende hacer con ella algo digno de ser vivido o no. No tenemos excusa alguna.

Si la vida tiene o no sentido, si merece o no ser vivida es una cuestión individual: nadie puede responder por los demás, cada uno, libremente ha de tomar una decisión al respecto.

Según NIETZSCHE, si viviéramos la vida según el ideal del Eterno Retorno: como si cada momento de nuestra vida hubiera de repetirse eternamente, elegiríamos vivir plenamente, y afrontaríamos los malos momentos con un espíritu positivo, porque no podemos elegir que nos sucedan cosas desagradables, pero sí podemos elegir la actitud que tomamos ante ellas.

 

4.5. LA MUERTE

 

"¿Quién lleva esas cargas, gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida, si no es porque el temor al más allá, la tierra inexplorada de cuyas fronteras ningún viajero vuelve, detiene los sentidos y nos hace soportar los males que tenemos antes que huir hacia otros que ignoramos? La conciencia nos vuelve unos cobardes, el color natural de nuestro ánimo se mustia con el pálido matiz del pensamiento, y empresas de gran peso y entidad por tal motivo se desvían de su curso y se reducen a designios vanos." Shakespeare Hamlet, soliloquio acto III, escena primera.

Como individuos, no siempre somos conscientes y vivimos como inmortales en medio de una continua vorágine de actividades que pueden tener o no sentido.

En la Antigua Roma, cuando un general desfilaba victorioso por las calles de Roma, tras él iba un siervo que le decía:"Respice post te! Hominem te esse memento. Memento mori, memento mori" --> "Mira atrás y recuerda que solo eres un hombre. Recuerda que vas a morir, recuerda que vas a morir". En definitiva: "Recuerda que eres mortal". El sentido de esta costumbre era la de hacer recordar al héroe las limitaciones de su naturaleza humana, con el fin de impedir que, creyéndose éste ya semejante a un dios omnipotente, usara su poder ignorando las limitaciones impuestas por la ley y la costumbre.

Nuestra actitud ante la muerte depende del concepto que tengamos de ella, pero podemos resumir lo siguiente:  

• La muerte es la desaparición total del individuo. Así pensaban pensadores monistas en relación a su concepto del ser humano: Demócrito, Marx, Sartre…: Venimos de la nada y vamos a la nada. Pero quizás lo interesante es lo que sucede en medio.  

• La muerte es el tránsito a otra forma de vida. Son de esta opinión pensadores y corrientes dualistas que afirman que el ser humano está compuesto por alma y cuerpo, tales como Platón, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Descartes… y, en general, las grandes religiones. La muerte no es más que la separación del alma y del cuerpo, la parte material de nuestra vida: el cuerpo, desaparecerá, pero el alma es inmortal. Tras la muerte entendida así, pueden suceder dos cosas: que vivamos una vida eterna feliz, si hemos conseguido llevar una existencia virtuosa, o que nos reencarnemos para llegar a través de sucesivas existencias a la perfección.

Epicuro afirmaba que, inducidos por nuestra ignorancia tememos: al dolor, a la muerte, a los dioses y al destino. Para evitar estos temores propone el cuádruple remedio, el tetrafarmakon.

No hay que temer a la muerte: "el más terrible de los males, la muerte, no es nada para nosotros, pues cuando nosotros existimos, la muerte no existe, y cuando la muerte existe, nosotros no existimos".
No hay que temer al dolor corporal: cuando es intenso y insoportable dura poco y cuando dura más tiempo es menos fuerte y más soportable; nos acostumbrándonos al dolor moderado; el dolor intenso nos mata y es el fin de todo dolor.
No hemos de temer a los dioses, pues caso de que existan, cosa que duda Epicuro, estos no se ocupan de nuestros asuntos pues sería contrario a su majestad descender a tan nimios problemas.
No debemos temer el futuro: nuestro destino no está "escrito", y si lo estuviera, no podríamos saber qué sucederá.

Personalmente creo que la muerte es algo natural y temerla es una inmensa pérdida de tiempo. Creo que la muerte de los seres queridos es una ficción, porque mientras vivamos, vivirán en nosotros. Nos quedamos sin la presencia física, pero "están" de otra manera, porque nos constituyen. Trascendencia de la inmanencia.

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